Os dejamos con la segunda parte del artículo de José Antonio Esquembre, del Sort Adventure Team, un viaje al Atlas marroquí, con un Toyota HDJ 100 preparado para la aventura y cuidado por los lubricantes SORT en motor. Los viajes al país vecino, ponen a prueba las mecánicas de los 4×4, que se emplean a fondo por las pistas y los oueds de la cordillera del Atlas, y el desierto del Sahara:
El Atlas es una cordillera montañosa que atraviesa Marruecos y llega a superar los 4.000 metros de altitud, la mayor parte de ella de clima desértico y casi sin rutas asfaltadas. Pero, además, habría que hacerlo en el peor momento posible: en agosto, cuando la temperatura puede superar los 50 grados centígrados en las dunas del Erg Chebbi. Y para completar la prueba se llevaría a la familia completa (menos el perro). El resultado fue totalmente satisfactorio y el Land Cruiser no mostró en ningún momento síntomas de debilidad o de calentamiento.
Se partió de Ceuta, donde se reencontró con las instalaciones de La Legión donde había estado, pues anteriormente había sido Caballero Legionario y desde allí se continuó hasta Marrakech. Desde allí se accedió al Atlas pasando por los desfiladeros del Toubkal y recorriendo los valles de las mil kasbahs por pistas y cauces de ríos casi secos en esas fechas. Se adentró al corazón de la cordillera a través de la garganta del rio Todra y se pudo contemplar las vastas regiones desiertas y áridas de lo más profundo del Atlas, donde sólo algunos nómadas Bereberes se dejaron ver con sus cabras a lo lejos. Atravesando las desnudas montañas por acantilados, bajando por los pedregosos cauces secos y, en muchas ocasiones sin ninguna referencia de civilización donde la vista alcanzaba se pudo comprobar cómo el reloj de la temperatura del aceite siempre marcaba el punto medio y el coche funcionaba sin ningún calentamiento a pesar de lo penoso del recorrido. Precisamente en esa ruta encontramos otro coche en una vaguada que había roto el motor dejando un rastro de aceite entre las piedras que nos llevó hasta él, donde una pareja de alemanes nos vieron como sus salvadores (ángeles españoles nos llamaron) ya que estaban totalmente inmovilizados. Minutos después de remolcarlos de ese lugar empezó a llover con fuerza y la vaguada se convirtió, de repente, en una escorrentía de aguas marrones y violentas que, a buen seguro, habría arrastrado al vehículo y sus ocupantes.
La ruta de las rosas fue más aplacible y se pudo recorrer los distintos oasis que dejaban los valles frondosos y verdes entre las imponentes montañas desérticas y ocres como si fueran estrechas cicatrices de vida entre unos parajes infértiles.
La subida (todavía más) de la temperatura ambiental fue el aviso de que se entraba en territorio del Sahara con sus famosos desiertos de dunas y, efectivamente, a mediodía en el Erg Chebbi se llega a 50 grados. Teniendo por guía al famoso Alí El Cojo recorrimos sus dunas de oro y miel en un paisaje maravilloso donde lo único aparentemente vivo en kilómetros eres tú. El final de la jornada se celebró con la hospitalidad de nuestro anfitrión y una suculenta cena bereber en una noche de ensueño delante de las dunas a una agradable temperatura de 35 grados. Sin embargo, una jornada más, nuestro 4X4 ni se inmutó por las terribles condiciones que tuvo que soportar. A estas alturas ya estaba convencido que la elección del lubricante SORT había sido todo un acierto y nos daba tal seguridad de que protegería nuestro motor que nos permitió disfrutar del entorno sin tener que preocuparnos de las posibles consecuencias de un motor sobrecalentado.
Los días siguientes se dedicaron a recorrer el norte de Marruecos y a disfrutar de sus bosques de cedros y sus pueblos de azul encaramados entre las laderas de las montañas del inicio del Rif.
Los miles de kilómetros que se necesitó para recorrer Marruecos fueron un placer, en los que aprendimos a valorar el esfuerzo de este país por mejorar poco a poco, al menos en su zona oriental; a descubrir la fuerza de sus gentes por sobrevivir en unos parajes tan hostiles como el Atlas central y a enamorarnos de la sonrisa amplia y honesta de sus niños cuando les ofreces un regalo; y sobre todo de contemplar el soberbio paisaje duro, árido, rotundo de su Alto Atlas o las sensuales dunas aterciopeladas del Sahara. Pero en ningún momento tuvimos que preocuparnos por la integridad de nuestro motor que pudo soportar holgadamente todas las inclemencias de este infernal territorio en agosto y esto fue gracias a llevar el magnífico lubricante SORT. Gracias a él este viaje se recordará con una sonrisa en los labios en vez de con una mueca por haber tenido que sufrir una mala experiencia. Esta es la diferencia cuando haces viajes de aventura. Por eso, a partir de ahora, mis aventuras serán con SORT.